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Esculturas de René Negrín

René Negrín es un buen ejemplo de esa minoría de artistas que, en nuestro medio, no se dejan seducir por las modas. Con ideas muy precisas acerca de cuál debe ser la función y el destino del arte, ha enfrentado, con igual fuerza, tanto a galanteadores que buscan notoriedades efímeras a través de escándalos de capilla, como a los mercaderes que de vez en cuando, intentan levantar cabeza (vaciada, por supuesto).

Ahora bien, estos datos nos informan acerca de su postura ética ante males que han aquejado nuestro medio artístico, pero poco nos dicen acerca de su obra. Al pensar en ella el primer verbo que nos viene a la memoria es desentrañar. Partiendo de los recursos expresivos tradicionales, Negrín busca, en cada una de sus obras, más que representar descubrir; y más que reflejar lo aparencial, reflejarnos la esencialidad de las metamorfosis: la palma se transforma en remolino de palomas, estas, en estrellas o mundos de dinámicas transparencias. Sea en mármol, terracota, o cualquier otro material, Negrín demuestra que posee, desde hace mucho, la pericia técnica que tanto se obsesionara por alcanzar en sus años de formación.

No estamos, pues, en presencia de los balbuceos de un aprendiz, aunque él insista en considerarse como tal. Si coexisten en esta exposición diferentes lenguajes artísticos –idealizaciones con acentos líricos, reducción de las formas a su esencial geometría… es resultado del carácter de cada una de sus indagaciones plásticas. Según decía Rodin, “La escultura es simplemente el arte de los entrantes y salientes”. Negrín, hasta el momento ha sabido conjugar las diversas posibilidades expresivas de esta, la más proletaria de las artes.
Sin hacer concesiones, explora, incansable, las posibilidades de la escultura ambiental. Así, a las bondades de una digna realización técnica y conceptual, suma la voluntad de enriquecer espacios urbanos y la de relacionarse con el público a esta escala… Las esculturas de Negrín son una digna muestra del compromiso del arte con las verdades de su tiempo.

Jorge B. Rodríguez Quintana.



Catálogo
Galería Mirta Sierra, Bejucal (Cuba)
1988