Declaración de artista

Mi escultura ha sido, como dijera el escultor Enrique Moret de la suya, una escultura de espera, es decir de lo que se puede hacer mientras se espera el momento en que el estado patrocinador convoque al Arte Público, tratando siempre de ir haciendo lo que más se acerque a este fin.

Cómo escultor cubano, me he ceñido a los materiales y técnicas tradicionales a mi alcance por carecer de acceso a otros materiales y técnicas contemporáneos ausentes en nuestro medio. No he hecho uso del esquema de promoción comercial que en general se ha establecido y que ha beneficiado poco a los escultores, teniendo en cuenta sus limitaciones para exportar su trabajo y la escasez de un mercado interno en Cuba.

En los encuentros de trabajo entre escultores y en los concursos de monumentos en los que he participado, que es donde en mi país se ha propiciado más el Arte Público, he defendido siempre el espacio mayor para procurar la originalidad, calidad y creatividad de la escultura.

Para mí, la escultura tiene que expresar lo que estoy viviendo, no en el sentido descriptivo, sino en las esencias emocionales, porque el hombre es lo que hace a partir de sus emociones, es en sus sentimientos donde está el origen de su respuesta a las interrogantes y los desafíos de la vida.

Llevo al mismo tiempo algunas líneas temáticas -y retomo en cualquier momento cualquiera de ellas- que voy continuando no como una tarea productiva y de un mismo contenido, sino desde la evolución del lenguaje en la escultura y el encuentro con la emoción que contengo.

Esas líneas temáticas por ejemplo son: lo lírico, lo orgánico, lo erótico, la violencia. Cualquiera de estos temas se representa en un material o en otro, muchas veces las esculturas contienen varios materiales y pueden ser identificadas entre ellas por sus relaciones formales.